miércoles, diciembre 10, 2008
La batalla contra la galletita
Dadas las circunstancias, anoche tomé una decisión: voy a tratar de evitar las galletas y similares que (en estos días y en parte gracias a mi expedición a Costco del lunes) abundan en la oficina. Desde la semana pasada que se me antojó una creo que he comido galletas diario, así que decidí que más bien las guardaría para ocasiones especiales (que de todos modos son muchas), o para cuando las haga yo. No es una dieta exactamente sino un intento de ser menos atascada con la repostería. Porque no estoy gorda pero no quiero estarlo en dos semanas...
Empezó bien la mañana, yo toda sana desayunando Special K e ignorando el paquetote de galletas.
Y luego pasaron diez minutos...
¿Entonces? Pues las galletas están como a 5 metros de mí solamente, y todos pasan de vez en cuando para tomar una. Y estoy como heroinómano, porque cada que se me olvida mi antojo pasa alguien y me ofrece una. "¿Quieres?" "Nooooo," grito, y salgo corriendo. Y la galletita, enemigo más difícil de vencer que Grendel, su mamá y el dragón combinados, se pasea por mi mente, y también enfrente de mis ojos en la vida real, toda deliciosa y enorme.
Hasta ahora no he sucumbido. ¿Caeré en la tentación?
Dadas las circunstancias, anoche tomé una decisión: voy a tratar de evitar las galletas y similares que (en estos días y en parte gracias a mi expedición a Costco del lunes) abundan en la oficina. Desde la semana pasada que se me antojó una creo que he comido galletas diario, así que decidí que más bien las guardaría para ocasiones especiales (que de todos modos son muchas), o para cuando las haga yo. No es una dieta exactamente sino un intento de ser menos atascada con la repostería. Porque no estoy gorda pero no quiero estarlo en dos semanas...
Empezó bien la mañana, yo toda sana desayunando Special K e ignorando el paquetote de galletas.
Y luego pasaron diez minutos...
¿Entonces? Pues las galletas están como a 5 metros de mí solamente, y todos pasan de vez en cuando para tomar una. Y estoy como heroinómano, porque cada que se me olvida mi antojo pasa alguien y me ofrece una. "¿Quieres?" "Nooooo," grito, y salgo corriendo. Y la galletita, enemigo más difícil de vencer que Grendel, su mamá y el dragón combinados, se pasea por mi mente, y también enfrente de mis ojos en la vida real, toda deliciosa y enorme.
Hasta ahora no he sucumbido. ¿Caeré en la tentación?
Etiquetas: esfuerzos heroicos
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